Uno de los primeros servicios comerciales de drones nace en Ruanda, y reparte sangre. El servicio está operado por Zipline, una compañía americana de robotica y drones. El gobierno del país paga a la compañía por estos envíos, cuyo coste equivale a los realizados en motocicleta previamente, según el CEO de la compañía, Keller Rinaudo.

Los trabajadores de la sanidad del país pueden reclamar un envío vía mensaje de texto y la sangre llega 30 minutos después. La pérdida de sangre tras el alumbramiento en una de las razones por las que la mortalidad materna es tan alta en países pobres frente a países ricos, convirtiéndose en la primera causa de mortalidad entre embarazadas.

Por ahora se llevan a cabo entre 50 y 150 repartos al día repartidos entre 21 clínicas en la mitad oeste del país. Y mientras actualmente sólo reparten sangre, se piensan en planes para repartir medicamentos o vacunas también con drones y aplicarlo en otros países.

En otros países dónde estos drones podrían ser de gran ayuda, sin embargo, no es tan fácil. Kenya, amenazada por el terrorismo, prohibió los drones comerciales impidiendo llevar acabo estas actividades. Otros países como Nigeria ha hecho de las licencias de operaciones algo prohibitivo y países como Sudáfrica exigen rigurosas medidas burocráticas.