Por un lado tenemos la Ley 18/2014 que establece un marco regulatorio para el uso de drones para tareas profesionales o de investigación. Bajo este marco se regulan los RPAS (sistemas de aeronave no tripuladas operadas por control remoto). Para poder operar este tipo de aeronaves se requiere un Título Oficial de Piloto de RPAS, un certificado médico aeronáutico tipo II expedido por un médico aéreo autorizado, un seguro de responsabilidad civil, registro de matrícula y documentación de la aeronave. Este tipo de operadores según su formación práctica o teórica pueden pilotar drones en diferentes condiciones de vuelo (contacto visual o FPV), con una altura máxima de 120 metros y una distancia máxima de 500 metros, además, sólo se podrá volar entre el amanecer y el anochecer y a 8 kilómetros de cualquier aeródromo o aeropuerto. Además está prohibido volar en núcleos urbanos, ciudades o aglomeraciones de personas al aire libre.

La otra distinción que hace AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea) es el uso de drones o en este caso dispositivos de radiocontrol de forma recreativa o por hobby. En este caso no exigen para este tipo de actividades la posesión de un título de piloto o el certificado médico, pero si la posesión de un seguro de responsabilidad además del respeto escrupuloso de las normas que regulan el vuelo de este tipo de aeronaves no tripuladas según su peso (las mencionadas anteriormente).

Sin entrar más en detalle esto aclara por encima muchas dudas que se plantean a la hora de usar con diferentes propósitos este tipo de aeronaves no tripuladas.